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Tito Flavio Domiciano

tito flavio domiciano

Domiciano (Roma, 24 de octubre del 51 – Roma, 18 de septiembre de 96) fue emperador del Imperio Romano desde el 14 de septiembre de 81 hasta su asesinato. Fue el último de los emperadores de la Dinastía Flavia, la cual reinó desde el año 69 hasta el 96, y abarcó los reinados de su padre Vespasiano (69–79), de su hermano mayor Tito (79–81) y finalmente del suyo propio (81–96).

De él dice el historiador Suetonio (circa 70 – circa 140) en su Vida de los Doce Césares que al comienzo de su reinado seencerraba solo todos los días durante horas enteras para cazar moscas, a las que ensartaba con un punzón muy agudo. Semejante costumbre dio motivo a un chiste de Quinto Vibio Crispo, el cual, preguntado un día si había alguien con el emperador contestó: «ne quidem musca» (ni siquiera una mosca).

Se hizo famoso también por su desmedida afición a jugar a los dados. Lo hacía en sus horas de ocio y lo hacía también los días de fiesta y desde la mañana hasta la noche.

No estaba demasiado interesado en el manejo de las armas, pero sí y muy grande por el ejecicio del arco, llegando a veces a matar con sus flechas a centenares de animales. A veces practicaba un extraño deporte consistente en colocar a gran distancia a un niño, con la mano derecha extendida a guisa de blanco, y hacer pasar las flechas por entre sus dedos sin tocarle (a pesar de su buena puntería, no sabemos a cuántos accidentes condujo tan depravada inclinación).

quo vadisA Domiciano se le tiene por una persona muy cruel acusada de jugar con los sufrimientos de los hombres en su peor momento, pues nunca pronunciaba una sentencia de muerte sin un preámbulo en el que ensalzaba su propia clemencia, con lo que el condenado veía indicios casi seguros de una indulgencia que luego no llegaba.

Sometió a algunos de sus adversarios a un nuevo género de tortura, consistente en hacerles quemar los órganos sexuales y cortar las manos.

Con objeto de demostrar a los que le servían que nunca debe atentarse contra la vida del emperador, ni siquiera con intención laudable, condenó a muerte a su secretario Epafrodito, del que se decía que había ayudado a darse muerte a Nerón, cuando éste estaba ya abandonado por todo el mundo y le faltaba atrevimiento para suicidarse.

A la crueldad se le añadía la superstición y la paranoia: dio muerte a Macio Pomposiano por haber nacido bajo una constelación que al decir de algunos, auguraba el Imperio.

Cierto año le dio por decir que observaba gran abundancia de vino y mucha de escasez de trigo, y que por consiguiente procedía no solo prohibir la plantación de nuevas viñas, sino también acabar con buena parte de las que poblaban Italia. Según Filóstrato la verdadera razón sería que, inquieto y temeroso a todas horas yexperimentando espantosos terrores por la menor sospecha, Domiciano estaría convencido de que cuanto más vino hubiera en el país, más frecuentes serían las sediciones.

Pero la ejecución de este edicto fue abandonada, y se dice que el principal motivo que le impidió hacerlo cumplir fue la lectura de cierto escrito difundido por Roma, en el que se leían estos dos versos griegos: Aunque cortes todas las vides, no podrás impedir que haya bastante vino para celebrar tu muerte.

Nada le causó tan profunda impresión como la respuesta y la suerte del astrólogo Ascletarión, que había predicho la muerte del emperador. Llamóle él, y no negando Ascletarión haber divulgado lo que su arte le manifestaba, Domiciano le preguntó cúal sería el fin del mismo astrólogo, a lo que constestó éste, que muy pronto le detrozarían los perros. Domiciano mandó degollarle en el acto y para demostrar mejor cuán vanas eran sus predicciones, ordenó que se le sepultara con el mayor cuidado. Cuando estaban ejecutándolo sobrevino una tempestad que desbarató los preparativos fúnebres, y unos perros aparecidos entonces detrozaron el cadáver medio quemado; el mismo Latino a quien la casualidad hizo testigo del suceso, lo refirió durante la cena a Domiciano, entre las otras noticias del día.

El 14 de las calendas de octubre (18 de septiembre) del año 96, a los cuarenta y cinco años de edad, y en el decimoquinto de su reinado, Domiciano fue efectivamente asesinado, víctima de una conspiración palaciega en la que participaron varios miembros de la Guardia Pretoriana y varios de sus libertos.

Casi cien años después del magnicidio Dión Casio en su Historia romana cita entre los conspiradores a Domicia Longina, la esposa de Domiciano, pero no está claro que esa participación se hubiera realmente dado.

Suetonio dice que la muerte de Domiciano «llenó de ira a los soldados, que se vengaron de los magnicidas«, y cita también a Aurelio Vïctor, según el cual «los soldados, arrebatados por el furor, dieron muerte al prefecto Tito Petronio Segundo de un solo golpe, y cortaronlos órganos genitales a Partenio, metiéndoselos en la boca y ahogándole. Casperio se rescató por dinero».

Domiciano, a quien sucedió Nerva es tenido por la Historia como un personaje tirano, cruel y paranoico homologable a los emperadores más odiados como fueron Calígula o Nerón, y autor de vilezas parecidas. Pero el revisionismo explica que la mayor parte delas fuentes clásicas que hablan de él —los escritores Tácito, Plinio el Joven y Suetonio— le eran abiertamente hostiles. [Imagen: fotograma de la película Quo Vadis? (1951), de Mervyn LeRoy (1900-1987), en la que vemos a NerónPeter Ustinov (1921-2004—) estrangulando a su mujer PopeaPatricia Laffan (n. 1919)—].

En cualquier caso, no debió de ser un angelito ni como persona ni como gobernador, pues ostenta el récord de ser el único emperador sobre el que el Senado emitió de manera oficial un damnatio memoriae (aunque sí se realizaron bastantes de facto). La damnatio memoriae (literalmente, «condena de la memoria») consistia en relegar al olvido a una persona que, debido a su falta de virtudes, no merecía ser recordada. El palacio de Domiciano fue rebautizado como «Casa del Pueblo», su nombre fue eliminado de todos los registros públicos, sus monedas fueron fundidas, y sus arcos y estatuas fueron derribados (casi todas las estatuas que han llegado hasta nuestros días se hallaban en provincias). En cuanto a sus retratos, la mayoría de ellos se retocaron (el PhotoShop de la época) para que representaran a Galba, el nuevo emperador.